lunes, 12 de diciembre de 2011

Ensayos II

Como ya os escribí anteriormente tengo un conocido que escribe ensayos y os dije que poco a poco iba a subir los ensayos que me diera. así que alla voy...

La vas a ver. Exacto, el mejor momento del día está a punto de llegar y de camino no puedes evitar pensar una vez tras otra en qué deparará la tarde. Los nervios afloran en tu estómago y en tu cabeza, tienes que estar perfecto. Recuerdas cuando minutos atrás te estabas preparando con una sonrisa desmedida e inusitada de la cual no eres consciente hasta ese momento, entonces sonríes otra vez sin darte cuenta y piensas en su rostro que plasma felicidad cuando te ve, o quizás en su voz cuando te saluda dulcemente, en el compás de sus caderas cuando camina delante tuya o en el tacto de su mano agarrada a la tuya. Piensas en las tonterías que dirás y harás sólo por ver como te dedica su sonrisa impecable, y en como seguidamente plasmará su felicidad con un beso, un beso que te llevará lejos de allí a cualquier otro lugar donde no exista el tiempo, y tampoco los problemas… simplemente un vosotros. Cuando eres capaz de volver a la realidad ya estás llegando al punto acordado y ahora las mariposas no revolotean, se chocan unas con otras provocando un dolor intermitente que desaparece en cuanto la ves aparecer. Sus labios te calman y su voz acaba con el desorden de tu estómago.



Las circunstancias cambian y las personas también. Es complicado mantenerse erguido hasta el último instante esperando reacciones que no aparecen nunca. Esperar recibir algo directamente proporcional a lo que entregas y no obtenerlo. Paciencia y silencio son los factores que condicionan los pormenores en estos momentos, pero todo tiene un límite, solo es cuestión de tiempo.
La debilidad del destino son las acciones humanas. Las acciones y decisiones adecuadas podrán cambiar el destino o ir finalmente a su encuentro, pero en definitiva, lo que deba ser, será.


Pensamientos que asaltan tu cabeza robándote tiempo, razón y sentido. Armados hasta los dientes destrozan todo lo bueno y cuando terminan...se van, pero sabes que volverán y que no vas a poder hacer nada para evitarlo por lo tanto simplemente esperas… hasta que una vez más llegan todavía peores… más duros, más crueles… y dejan a su paso un dolor intermitente pero intenso que baja recorriendo tu pecho y le da una puñalada al corazón, una más de tantas… hasta que vuelve a subir y entonces se refleja en tu rostro que se estremece y se desahoga… un grito al vacío, una lágrima solitaria… es entonces cuando tu cabeza pierde el control de tu cuerpo y el dolor y la rabia se apoderan de él dando un latigazo a tus brazos que ya no pueden contenerse más y se desatan con ira cerrando tu mano y…


Seguiré subiendo ensayos aunque no muy a menudo por lo exámenes y eso...Pero eso sí, cuando lleguen las vacaciones de navidad me voy a poner al día.

P.D: Este chico se llama Jorge Arturo Barral y tiene un grupo de rap que se llama Vidas Oníricas. Si queréis ver videos suyos los tenéis en el youtube :D

Relato II

Hola bloggeros. Siento no haber podido escribir pero es que se me estropeó el ordenador y además he tenido que hacer un montón de exámenes. Aquí os dejo un relato que escribí la semana pasada. Me gustaría que me dijeráis vuestra opinión. Y espero que me perdonéis por no haber escrito antes.


Una cosa estaba clara tenía que salir como fuera de aquí. El fuego se propagaba muy deprisa y el humo comenzaba a penetrar en mis pulmones.


Tal vez Leo tuviese razón. Aunque yo nunca había sido supersticiosa tenía que admitir que lo que estaba pasando era muy extraño. Leo me había contado una vieja leyenda acerca de una profecía y de las posibles consecuencias que podía tener. No le había creído y ahora me arrepentía de no haberlo hecho.

Vislumbré una salida pero estaba tapada por una estantería en llamas. Decidí que tenía que tener valor y adentrarme en las llamaradas.

El tatuaje del brazo me escocía cada vez más. Leo ya me previno de eso aunque yo no le hice caso.

Cogí el único extintor que quedaba y empecé a apagar las llamaradas de la estantería. Cuando me quedaba poco para poder salir me desmayé.

Lo último que recuerdo es a Leo apartando la estantería y cogiéndome en brazos mientras murmuraba aquella maldita leyenda que nos había traído hasta aquí aunque ahora había una palabra nueva. Resurrección.

Cuando me desperté estaba en mi cuarto y Leo estaba mi lado. Supe que con él estaría salvo y decidí preguntarle todo acerca de esa leyenda.

Ahora nos dirigíamos al acantilado. Él único lugar donde podía desaparecer la profecía. Allí tendría que leer unos textos escritos en latín. Luego tendría que matarme y más tarde, según la profecía ( y Leo) resucitaría. No estaba muy segura pero confiaba en Leo.

Así que eso hice me suicidé.

Desperté en los brazos de Leo y este sonreía. Me miró, me besó y me dijo que ahora todo iría bien. Le creí. Y me percaté de una cosa, ya no tenía ese dichoso tatuaje. Por fin era libre.